1En la presencia de Dios y de
Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, por Su
manifestación y por Su reino te encargo solemnemente: 2 Predica la
palabra. Insiste a tiempo y fuera de tiempo. Amonesta, reprende, exhorta con
mucha (toda) paciencia e instrucción. 3 Porque vendrá tiempo cuando
no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón
de oídos, conforme a sus propios deseos, acumularán para sí maestros, 4
y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a los mitos (a las fábulas). 5
Pero tú, sé sobrio en todas las cosas, sufre penalidades, haz el trabajo de un
evangelista, cumple tu ministerio.
II Timoteo 4:1-5, NBLH
En ésta carta,
Pablo está escribiendo una palabras a su hijo en la fe, a un pastor joven, para
ayudarlo en seguir el camino de fe y en cumplir su llamado. Son palabras para
nosotros también.
“Predica la palabra.” Nosotros hoy en día automáticamente entendemos
‘la Palabra’ como ‘la Biblia.’ Pero, aquí Pablo indica mucho más—porque en el
tiempo de escribir ésta carta no existía la Biblia…ni aun el Antiguo Testamento
como un libro. En el Nuevo Testamento,
‘la Palabra’ refiere la mayoría del tiempo al mismo ‘Palabra’ que encontramos
en Juan 1:1 (allá traducido en español como ‘el Verbo.’) La Palabra, el ‘Logos’ refiere a Jesucristo
sí mismo. Entonces, el primer consejo de
Pablo a su hijo—y a nosotros—es ‘¡proclame Cristo!’
“Insiste a tiempo y fuera de tiempo”…es
un llamado a quedar firme en nuestro intento. Debemos persistir en ser fiel a
nuestro llamado si en el momento nos conviene o no, si sea oportuno o no.
Debemos entender que nuestra vocación, nuestro ‘trabajo’ no termine cuando
salimos del púlpito. Somos pastores en el templo, en los negocios, en las
calles.
“Amonesta, reprende, exhorta con mucha (toda)
paciencia e instrucción.” Aquí, Pablo nos llama a una vida de equilibrio.
Debemos cumplir nuestros quehaceres con mucha paciencia e instrucción.
Interesantemente, el griego que se traduce ‘instrucción’ no se refiere a
palabras sino a las acciones. Instruimos por medio de nuestras acciones,
nuestro estilo de vida. En palabra y en acciones, debemos vivir como ejemplos
de la fe.
“Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana
doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, conforme a sus propios deseos,
acumularán para sí maestros, 4 y apartarán sus oídos de la verdad, y
se volverán a los mitos (a las fábulas).” “Sana
doctrina.” Guau. Sí, mis hermanos, ésta es muy importante
porque ya vemos movimientos en nuestros propios países y en nuestras propias
iglesias hacía el error. Somos
Cristianos—gente del Nuevo Testamento, el nuevo pacto en Cristo Jesus. Él y Su mensaje debe ser nuestro
mensaje. Somos metodistas—una gente de
gracia, una gente que se trata de vivir e involucrarse en un ministerio y
evangelismo de palabras y de obras. Ya vemos pastores, líderes e iglesias
experimentando con o ya practicando doctrinas falsas de prosperidad, legalismo,
espiritismo. Sana doctrina, hermanos—si
no estás contenta en el rebaño metodista, busca otro pasto, por favor; no trata
de corromper lo que tenemos para agradecerte tú mismo. Debemos estudiar nuestra
doctrina, predicar nuestra doctrina y practicar nuestra doctrina.
“Pero tú, sé sobrio….” Sé
prudente. Mantenga el equilibrio entre corazón
y cerebro. Toma decisiones--por la congregación y por ti mismo--cuidadosamente.
“…Sufre penalidades….” ¡Ya Pablo
sabía de los comités de la iglesia! En serio, el sufrimiento es parte de la
vida. Nuestro Señor lo nos prometió que si seguimos a Él vamos a sufrir.
“…Haz el trabajo de un evangelista…”
Por Dios, proclame el evangelio…las buenas nuevas…las buenas noticias
del amor, del perdón, de la gracia de Dios.
Cuando los hermanos salen de nuestras servicios/cultos, no deben sentir
golpeado…deben salir refrescado, renovado por oír las buenas noticias de Dios.
“…Cumple tu ministerio….” Una
iglesia reconoció la obra de Dios en tu vida. Un obispo te encargo con el
cuidado de una congregación de creyentes y con un área geográfica (una
parroquia) en donde debes brillar como la luz de Dios. Nuestro trabajo,
hermanos, es para estar en las vidas de los demás…en las calles de nuestras
parroquias…mientras vivimos una vida cristiana, cuidando nosotros mismos y a
nuestras familias.
La vida
ministerial sí puede ser un cargo. Tiene sus dificultades. Hay momentos en
cuando nos sentimos sumamente aislado, malentendido. Podemos enfocarnos en las pocas
negativas. O, podemos enfocarnos en
nuestro llamado por Dios. La vida
ministerial es una aventura—tenemos la oportunidad única de participar en la
gran misión de Dios hacía al mundo; tenemos un parte en crecer y levantar Su Iglesia,
en buscar e invitar a los incrédulos y los perdidos a conocer y experimentar el
amor y gracia de Dios en Cristo Jesús.
Hoy podemos
iniciar un capítulo nuevo en nuestras vidas.
Hoy comenzamos a escribir un historia nueva…una historia de aventuras,
de gozo, de relaciones, riesgos tomado por Dios. Que sea una historia de
pasión, de risas, de lágrimas, de buenas bienvenidas y despedidas, de éxitos,
de retos, de metas. Más que todo, espero que nuestras vidas serien historias de
fidelidad a nuestro Dios y a Su llamado en nuestras vidas.
Que Dios nos
bendiga y nos fortalezca, mis hermanos pastores. Amen.
Hno. Jon Herrin
Pastor, Primera Iglesia
Metodista de Rio Grande City, Texas.
* Predicó éste pasaje y sermón en el
culto de graduación del Seminario Metodista Juan Wesley, Junio 2012.